Sacrificarlo todo con tal de hacer felices a los hijos no conduce a nada bueno
Cuando las familias se reúnen en la Navidad, es común que los padres evoquen los días en que sus hijos eran niños y vivían en casa, mientras que estos, ya crecidos deleitan a sus mayores contándoles sus logros del año que expira. Pero hay un creciente grupo de parejas con hijos adultos que tienen una historia muy distinta que contar: una que oigo cada vez más a menudo en mi trabajo como psicóloga clínica.